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Garantistas eran los de antes che, ¿de qué mierda se quejan ahora?
El esperado regreso a la Constitución y a la Justicia Social
El sistema constitucional
La Constitución Nacional ordena que el Estado otorgue “los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable”. Además aclara que “en especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica administradas por los interesados con participación del Estado”.
Sobre la base de esta lógica rigió, desde 1954 hasta la aprobación de la ley 24.241, un sistema previsional basado en la solidaridad y con un norte bien determinado: hacia la justicia social. El régimen establecía que el haber jubilatorio debía representar un porcentaje de entre el 70 y el 82 por ciento del salario mensual promedio de los tres años de mayores remuneraciones dentro de los últimos 10 años de aportes. Además se disponía que el haber sería móvil a través de un coeficiente vinculado con el nivel general de las remuneraciones.
Las contradicciones de ley de solidaridad previsional
En 1994 comenzó a tener vigencia la mal llamada “ley de solidaridad previsional” que creó, promovió, fomentó e incluso impuso[1] a los trabajadores, un sistema de capitalización individual, inspirado en el modelo previsional promovido fundamentalmente por el Banco Mundial para los países del tercer mundo.
Desde su título, la ley hizo todo lo contrario de lo que prometía. A través de la ley de “solidaridad” se impuso un sistema de ahorro “individual”.
Luego, en el marco del neoliberalismo, la desregulación y la libertad de mercado, se impuso un sistema rígido, compulsivo y con una alta concentración del mercado, con una alta tendencia hacia la oligopolización.
Además, se decía que los objetivos principales de esta reforma apuntaban a resolver el déficit e ineficiencia del sistema previsional, incrementar el haber jubilatorio y evitar que los aportes fueran utilizados por el Estado o sus funcionarios con otro destino que no fuera el mantenimiento del sistema. Pero la realidad demostró, luego de 14 años, que este sistema: intensificó el déficit, generó haberes jubilatorios más pobres y permitió que agentes privados (las AFJP) dilapidaran los ahorros de los trabajadores mediante la colocación de los fondos en inversiones que no sólo no han sido rentables sino que han generado pérdidas. Todo ello sin tener en cuenta los abusos permitidos por el sistema como las altísimas comisiones (cercanas al 30% del aporte!) y la posibilidad de cobrar comisión incluso cuando el afiliado no tuvo aportes nuevos.
En efecto, el déficit del sistema público, producto de la rebaja de las contribuciones patronales, se intensificó con la creación de las AFJP. La privatización de este sistema provocó una transferencia de fondos del Estado hacia el sistema financiero; una real “sangría”. La rentabilidad de nuestros ahorros en manos privadas ha sido de -10% (menos diez por ciento) para agosto de 2008.
Los recursos que recibe el sistema de capitalización, anualmente rondan los $13.000 millones mientras que los beneficios que otorga se acercan apenas a los $1.000 millones.
Claro está, es el Estado quien asume el costo de la Prestación Básica Universal (PBU).
Los 12.000 millones resultantes, en manos del Estado consolidarían definitivamente el supéravit de la Seguridad Social y del Estado Nacional y evitaría el trillado recurso al endeudamiento público.
Esto también es claro, la “sangría” de fondos, muchos de los cuales se perdieron ya en comisiones, especulación financiera y “otros”, provocó un déficit fiscal crónico y el agigantamiento de la deuda.
Ningún estado desarrollado del mundo tiene un sistema de capitalización, aunque sea remotamente similar al nuestro. Es una idea descabellada.
La actual administración Bush, la misma que intervino en defensa del sistema financiero, cuando pretendió privatizar el sistema de la seguridad social estadounidense obtuvo como fuerte contestación la respuesta de numerosos sectores; pero recordaré los dichos en particular de dos premios Nobel, porque basaron su repudio en la “enseñanza” argentina.
Paul Krguman escribió en diciembre de 2004 en el New York Times: Una de las mayores razones que explican el rápido ascenso de la deuda en Argentina en los 90 fue una reforma de las pensiones que incluía el redireccionamiento de las mismas a cuentas individuales, un redireccionamiento que el presidente Carlos Menem al igual que el presidente Bush decidió financiar con endeudamiento en vez de impuestos. Por lo tanto, el Sr. Bush intenta emular un plan que sirvió para montar el escenario de la crisis económica Argentina.
Por su parte, el otro premio Nobel, me refiero a Joseph Stiglitz, escribió en abril de 2005 en The Guardian: Los Estados Unidos y el Mundo deben recordar: la privatización en Argentina de sus sistema de pensión estuvo en el centro de sus recientes calamidades fiscales. Si la Argentina no hubiera privatizado, su presupuesto habría estado básicamente balanceado.
Pero como se señaló al inicio, esta reforma no sólo perjudicaba los intereses de los trabajadores activos y pasivos, sino que contradecía expresas disposiciones constitucionales.
Es más, en torno a los derechos fundamentales, el célebre constitucionalista G. Bidart Campos sostenía que la Constitución se vulnera no solamente cuando se hace lo que ella prohíbe, sino también cuando se deja de hacer lo que ella manda que se haga.
El regreso al estado de derecho y un sistema de seguridad social
La reestatización del sistema de jubilaciones significa, entonces, además de una reivindicación histórica de gran magnitud, la adecuación de la conducta del Estado a los mandatos de la Constitución que regula sus actos.
No caben dudas de que debe reverse el modo en que todas estas inmensas transferencias fueron llevadas a cabo, pero sobre todo deben implementarse los mecanismos para revertir el dramático escenario en que quedamos insertos.
El sistema de la Seguridad Social cuyo principio fundante es la solidaridad, que hace al bienestar general, que pone en juego los ahorros del pueblo, no puede estar en manos privadas cuyo ánimo es el lucro.
Estas medidas de recuperación, lejos de resultar abruptas e inesperadas son la consecuencia de la continuidad de un camino emprendido desde el año 2003.
Luego de las épocas en las que, para mantener las cuentas del Estado, se reducían los haberes de los jubilados o se recortaban las asignaciones familiares básicas, comenzó una nueva etapa con varias medidas que se fueron dando progresivamente en el marco de los principios de solidaridad, integralidad y universalidad:
a) la recuperación de los haberes (fueron 13 los aumentos sucesivos en el valor del haber mínimo desde mayo de 2003);
b) la inclusión de más de un millón y medio de nuevos beneficiarios que no podían acceder al sistema por falta de aportes;
c) la libre opción jubilatoria entre los dos sistemas vigentes; y
d) la implementación de la movilidad de los haberes previsionales.
Todas estas medidas implicaron una mayor erogación por parte del Estado, en beneficio de los jubilados. Entonces, la recuperación de los aportes de los trabajadores que estaban en manos privadas no puede verse como un recurso para hacer caja sin caer en una simplificación injusta, mal intencionada y, en el mejor de los casos, equivocada: porque la ley que se sancionará tendrá los mecanismos necesarios para controlar que la plata de los trabajadores tenga el destino que debe tener.
No tengo dudas al respecto, es el Estado, en cumplimiento de los mandatos constitucionales, quien debe retomar su rol dinámico y protector de los ciudadanos, más aún cuando lo que se encuentra en jugo es el futuro de los argentinos.
Mariano Recalde y Héctor Recalde
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[1] En efecto, la mayor parte de los trabajadores incorporados al sistema de capitalización individual, proviene de los denominados “indecisos”, aquellos que al conseguir un empleo no optaron por ningún sistema y fueron derivados compulsivamente e irreversiblemente (hasta la reforma producida en 2007) a una AFJP.
Proponen bajar la edad de imputabilidad de menores, ¿cree que permitirá reducir los delitos?
No, no lo creo suficiente 34.6 %Entonces Los Autores se confundieron un poco. La última opción, ¿no es muy parecida a las dos primeras?, ¿no representa al que SÍ está de acuerdo con meter a los pibes en naca pero le parece insuficiente?
También tiene que quedar expresamente establecido que los gobiernos no utilizarán su condición de tenedores de acciones de las empresas para intervenir en sus directorios o en sus orientaciones. Cabe recordar que esta perspectiva ha causado una fuerte preocupación en el país y en el exterior y que, unido al hecho de pretender revertir la privatización del sistema previsional, ha deteriorado la confianza en la Argentina como destino de inversiones.Ah... ahí esta la joda. Sin palabras. Sigamos con otra...
Con la historia reciente como mochila pesada, las experiencias dolorosas de la hiperinflación, el corralito y las corridas contra el peso, esta decisión de reestatizar las jubilaciones privadas golpeó este maltrecho estado de ánimo. Sobre ese campo minado, cualquier versión o rumor, por más descabellado que parezca, encuentra encarnadura en la gente.Atentos a eso de que "cualquier versión o rumor" encuentra encarnadura en la gente. Y después habla de la credibilidad:
El quiebre de la credibilidad, o de lo que queda de ella, ha sido lo más grave de todo, más allá de las razones que se invoquen para justificar o para atacar el fin de las AFJP.Atentos a eso de que el quiebre de la credibilidad vaya "más allá de las razones que se invoquen para justificar" el fin de las AFJP. Y sigue:
Si se querían eliminar las jubilaciones privadas, se podría haber dejado a los actuales aportantes en las AFJP y legislado para que en el futuro las jubilaciones sean del Estado. O cualquier otra solución. Pero la urgencia por controlar la caja disparó esta conmoción que, repetimos, hace verosímil cualquier rumor disparatado.¿Estuvieron atentos? Porque acá reafirma que la "conmoción" justifica que Clarín le de "verosimilidad" a cualquier rumor, por más disparatado que sea, porque no importa lo disparatado del rumor sino la credibilidad perdida, aún cuando se esgrima la razón que se esgrima, etc. Al final, Clarín miente pero Kirchbaum dice la verdad. Sigamos:
El general Perón. Macri no dudó en citar a Juan Domingo Perón como un modo de justificar su rechazo a la propuesta gubernamental. "Hay un video del general Perón, que habla en el 73´ de la necesidad de no volver a tocar la plata de los jubilados. El Estado no tiene que hacerse cargo de esas tareas", concluyó Macri y explicó que dichas imágenes pueden ser vistas en "you tube" .Actualización: hablan unos bogas amigos de este blog.
Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios.
La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío, muy semejante a una agonía.
Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado".
Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.
Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.
Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.
Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.
(En Hechos e Ideas, febrero 1946.)
(...) la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) emitió un comunicado en el que rescata algunos gestos recientes, como el diálogo instaurado con el jefe de Gabinete, Sergio Massa, esperando que esto refleje una nueva actitud del Gobierno frente a la prensa. Es necesario recordar al respecto que, como señala el citado comunicado, durante este año la libertad de prensa se ha visto ensombrecida por reiteradas actitudes del poder político contra los medios de comunicación, especialmente durante el conflicto con el agro."Que quede claro, atento el lector desprevenido, ADEPA no es un grupo de periodistas probos, respetados, impolutos, intachables, incorruptibles, etc. No. ADEPA es una cámara empresaria, y sus socios son empresas de medios gráficos. Nada más. Ojo, acá viene lo mejor:
Un comunicado de ADEPA subraya un cambio de actitud del Gobierno con los medios, pero considera que en el presente año la libertad de prensa se ha visto ensombrecida y que el Gobierno sostiene proyectos que podrían afectarla.Primer punto a resaltar: Clarín habla de ADEPA en tercera persona digamos, como si no tuviera nada que ver. Como si ADEPA fuera Amnesty International. Segundo punto a resaltar: notese que el gobierno sostiene proyectos que podrían afectar la libertad de prensa: Ley de Radiodifusión.
(...) el viaje buscaba mitigar las heridas producidas por la valija de Antonini Wilson, un affaire que fue pensado para castigar a Hugo Chávez y terminó golpeando fuerte al gobierno de los Kirchner."Loco, ya no contradicen la tapa de hace dos meses... ¡¡¡no hay consistencia con la de ayer!!! ¿Qué onda? Como dijo Faco: "Hay que dejar de editorializar por dos años".
"Lo único que federalizó Alfonsín fue la hiperinflación y los saqueos. Lo único que federalizó Menem fue la pobreza y la desocupación. Lo único que federalizó de la Rúa, la muerte y el caos. Lo único que federalizó Rodríguez Saá fue la deuda. En cambio, este gobierno federalizó la obra pública y la redistribución”.Mientras tanto, acá encontramos las declaraciones de otro diputado que mide.
Massa toma riesgos: hablará de lo que el Gobierno no quiere hablarY el banana desvirga la página blanca con este primer párrafo:
Sergio Massa tomará hoy el mayor riesgo que pueda permitirse un ministro del kirchnerismo: hablará en público de lo que hasta ahora el Gobierno no habla, abrigando la vana ilusión de que la ausencia de palabras suponga de por sí la inexistencia de los hechos. La vergonzosa valija de Antonini Wilson y la inflación dibujada de Guillermo Moreno serán dos de los temas que el jefe de Gabinete abordará por propia voluntad, en su informe de hoy ante la Cámara de Diputados.
Las negritas son nuestras. Muy loco, porque la Constitución Nacional reza en su artículo 100 que:
El jefe de gabinete de ministros y los demás ministros secretarios cuyo número y competencia será establecida por una ley especial, tendrán a su cargo el despacho de los negocios de la Nación, y refrendarán y legalizarán los actos del Presidente por medio de su firma, sin cuyo requisito carecen de eficacia. Al jefe de gabinete de ministros, con responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, le corresponde: 1. Ejercer la administración general del país. (...)Las negritas son nuestras. Con lo cual, es evidente que si el Poder Ejecutivo se ejerce unipersonalmente, el Jefe de Gabinete -en función de su alta responsabilidad institucional- no puede sino actuar de acuerdo a los designios de la presidenta.
Es de suponer que la inédita toma de riesgo por parte de Massa cuenta con el aval político expreso de la Presidenta.Y si, es de suponer... ¿no? ¿Y entonces? ¿Qué hacemos con el título trucho y la introducción berreta? ¿La publicamos igual? Pero esto no termina ahí, porque ya que empezamos con las suposiciones, sigamos. Y el sigue:
Pero no deja de ser pertinente preguntarse si el presidente consorte, Néstor Kirchner, comulga con esta idea(...)Fuá... re pertinente. Hay que preguntarse esas cuestiones. Son sumamente trascendentes. Y también:
Es procedente preguntarse, también, si la decisión de aceptar las preguntas de la oposición (...) reflejan un arranque personal de Massa, (...) o si se trata de la primera puesta en escena de un cambio de estilo tantas veces demandado.¡¡¡Loco pero que incisivo que estás, banana!!! Todas tus preguntas son de una procedencia re procedente. Porque saber la respuesta a ese enigma es tan procedente que si procedemos en el análisis sin saber si las respuestas a esas preguntas re procedentes son verdaderamente procedentes para el análisis que procede a las respuestas a las preguntas procedentes, podemos derivar en el ejercicio improcedente de realizar un análisis poco procedente para una cuestión de suma procedencia social, que no debería se analizada sin antes preguntarse y responderse procedentemente ciertas cuestiones altamente procedentes.