Un día como hoy pero de 1971 un pospúber Rodolfo Galimberti pone su primer caño peronista en la tienda imperialista "
Harrods", sita en la glamorosa calle Florida. El acto no obedece sólo a motivaciones políticas: el joven Rodolfo necesita un nuevo par de mocasines. Las
señoras gordas huyen despavoridas. En la apurada, entre humo y confusión, sólo atina a levantar un par de lustrosos zapatos de cuerina blanca resplandeciente. Orgulloso, casi agrandado, se encamina luciendo el curioso calzado hacia la pizzería Banchero sucursal Corrientes, reducto en el que la "
tendencia" se reúne a escuchar atenta a viejos oráculos del nacionalismo, entre los que se encuentra el mismísimo Arturo Jauretche. Los
zapatitos blancos son blanco de risas, burlas y otros desprecios. Se dice que esos ataques y gastadas marcaron profundamente al joven. Un famoso
psicoanalista filo-peronista de izquierda sostuvo que “la personalidad” de Galimba “se conforma fundamentalmente a partir del hecho de que no tuvo una figura paterno-materna que iniciara su narcisismo, aportando a una construcción deficitaria del “yo” que empuja al individuo a suplir esas falencias con patologías del acto, actitudes altaneras, peligrosas, en la constante búsqueda de riesgo, y por supuesto de aprobación y de una definición del ser”. En definitiva, el científico afirma que el Loco fue loco sólo para demostrarles a aquellos viejos de qué estaba hecho ese hombre. El pueblo peronista lo seguirá hasta la muerte, y luego,
lamentará su traición.
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