Un día como hoy pero de 1945, mientras los militares gorilas, los conservadores y los comunistas stalinistas discuten sobre si es mejor que gobierne un militar antiperonista o la Corte Suprema (lo que significaría como presidente el Dr. Roberto Repetto, gran amigo de Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte), Perón sigue haciendo lo único que puede: escribir. Desde la isla Martín García, escribe dos cartas más. La primera, al Gral. Avalos, donde afirma que "soy todavía un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa... por lo cual solicito quiera servirse ordenar se realicen las diligencias del caso para esclarecer los hechos y de acuerdo a la ley, disponer en consecuencia mi procesamiento o proceder a resolver mi retorno a jurisdicción y libertad, si corresponde". La segunda es una nueva carta a Eva, en la que le cuenta: "...Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida...Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos....Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene razón ...".
Si el Pocho, a esa altura estaba realmente pensando en largar todo para irse con Evita o si era otro cuento para la gilada gorila que interceptaba su correspondencia, poco importa... Días después el pueblo no le dejaría opción.
A media tarde de ese día 14, llega a Martín García el capitán-médico-compañero Miguel Ángel Mazza, quien desde hace años atiende la salud de Perón. Mazza le trae buenas noticias y le dice que se podía confiar en tres generales: Sosa Molina, Solari y Urdapilleta, que el Ejército del interior no podía estar con Campo de Mayo y que la Escuela de Guerra, termómetro de la reacción en el Ejército, estaba ahora dividida y se balanceaba a favor de Perón. Sobre los obreros, Mazza le informa que "el mayor Estrada estaba en contacto con Alcides Montiel y que se trabajaba secretamente". Luego, por las dudas y para estar más cerca de los acontecimientos, deciden usar unas radiografías viejas de Juan Domingo para que lo trasladen a la Capital porque “el clima húmedo de la Isla daña seriamente su salud”.
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