Alrededor de las dos y media del sábado 13, el subjefe de policía -mayor D’Andrea- se presenta en Posadas y se traslada, con Perón, en carácter de detenido, a la cañonera "Independencia", para tomar rumbo hacia la isla Martín García. Mercante los acompaña y recuerda la despedida: "Perón susurró unas palabras recomendándome a Eva y luego, suelto y natural, subió la pasarela. Me quedé mirándolo desde abajo. De pronto advertí que el marinerito que montaba guardia a mi lado, estaba llorando. Por su rostro morocho corrían las lágrimas silenciosamente. ¡Entonces sentí una enorme tranquilidad y supe con claridad total que íbamos a ganar la partida".
Crítica titula: "Perón ya no constituye un peligro para el país". En la noche del 13 de octubre, el profesor Juan Fentanes, nuevo secretario de Trabajo y Previsión, se dirige a los obreros por radiofonía intentando caretear los cambios que se venían pero se deschaba al manifestar que el Estado no debe cumplir papel relevante en los conflictos laborales "pues obreros y patrones deben resolver directamente sus problemas". Entre sus primeras medidas, se informa que se ha declarado feriado "no pago" al día 12 de octubre.En la tarde de ese mismo día, Perón hace lo único que puede hacer: escribe. Una carta va para el presidente Farrell manifestándole la injusticia de que es objeto, especialmente porque "si me encuentro detenido a disposición del Poder Ejecutivo, creo tener los derechos elementales que me acuerda la ley". Señala, asimismo, que no sabe de qué se lo acusa y que "hubiese preferido ser fusilado por cuatro viejos montañeses y no pasar por lo que estoy pasando", en jurisdicción militar y peor aún, bajo la custodia de los hombres de la Armada. Además, le solicita a Farrell que acelere su trámite de retiro del Ejército. También le escribe a Eva, carta que lamentablemente no se ha encontrado hasta ahora. Una tercera carta va dirigida a Mercante : "... Me hace mucha gracia que algunos creyeran que yo me iba a escapar. Son unos angelitos pues si lo hubiera querido hacer, tenía diez embajadas con amigos que me hubieran acogido con los brazos abiertos. Ellos olvidan que yo soy un soldado de verdad y que si no hubiera querido entregarme, hubiera sido otro el procedimiento que habría seguido. Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca allí algo grave... Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo. Saludo a todos los amigos y en especial al "peronismo"... Querido amigo. Usted es de los excelsos, por eso vivirá amargado pero con una conciencia feliz. La conciencia es la madre del alma, por eso nos adormece con una canción de cuna cuando está pura y limpia".
Con respecto a esta declaración de "me caso y me voy al diablo", algunos suponen que fue un momento de agotamiento y de hastío por parte del coronel. Otros, como Fermín Chávez y el pueblo peronista, sostienen que se trata de una avivada del Pocho para confundir al gorilaje, en conocimiento de que todas sus cartas serían leídas por sus carceleros antes de ser remitidas.
0 comentarios /:
Publicar un comentario