Un día como hoy pero hoy, por alguna extraña razón, se nos vino a la mente aquella quimérica epopeya alguna vez recordada en este pasquín en la que durante el mes de agosto de 1949 un grupo de juristas, filósofos y cuadros neuroperonistas juntóse en un oscuro Salón del Congreso para pergeñar un plan secreto, maravilloso y fantástico: el peronismo, toda vez que había trascendido su condición de movimiento político, se asemejaba ya más a la de nacionalidad. Toda Nación se compone de tres elementos: pueblo, gobierno y territorio. El peronismo ya tenía dos de ellos. Un osado propuso que se destine una porción del suelo argentino a la nación peronista. Otro gritó que
ese lugar debe ser el Partido de La Matanza.
Nuevas fuentes investigativas revelan que en algún momento de la velada, una vez acabado el vermouth y los refrigerios chacinados que le daban sentido a la presencia de tan curiosas personalidades en el Palacio Legislativo, los ilustres comensales no encontraron palabras para putear acabadamente a uno de ellos, el responsable de los salamines.
Largas horas tuvieron que pasar para que, en un clima denso y cortante, uno de ellos propusiera una diagonal. Dado que no existía aún puteada que alcanzara para que el incauto de la picada expiara su culpa decidieron que, primero, tenían que inventar un idioma. El idioma peronista. El Peronés.
Decidieron que la lengua peronista debía poseer determinadas características, inherentes al Gran Movimiento que Todo lo Contiene, lo Abarca y lo Condensa. El más flaco de todos opinó de forma muy segura que la lengua peronesa, como las demás lenguas indoeuropeas en general, debía ser una lengua flexiva de tipo fusional con un mayor grado de síntesis nominal que las actuales lenguas romances, en la cual debía dominar la flexión mediante sufijos, combinada en determinadas veces con el uso de las preposiciones; mientras que en las lenguas modernas derivadas dominan las construcciones analíticas con preposiciones, habiéndose reducido la flexión nominal a marcar sólo el género y el plural, conservando los casos de declinación sólo en los pronombres personales (teniendo estos un orden fijo en los sintagmas verbales).
Prosiguió su alocución argumentando sólidamente que aunque el peronés en su forma clásica actualmente no es la lengua nativa de ningún grupo y, por tanto, sea una lengua muerta, éste daría origen a un gran número de lenguas europeas, denominadas lenguas romances, como el castellano, el francés, el italiano, portugués, el catalán, el gallego, el rumano, y otras de menor difusión (el asturleonés, el aragonés, el occitano, etc.), y también influirá en las palabras de las futuras lenguas modernas.
El silencio general, luego de semejantes cimientos argumentativos esgrimidos por el flaco alto, sólo fue interrumpido cuando uno de los presentes se animó agregar:
“Flaco, eso yo lo leí en Wikipedia, ¡es la definición del Latín!”.Nunca más hablaron del tema. Era muy tarde, de madrugada. Solo levantaron sus papeles, libros y borradores y se marcharon del Palacio cantando en voz bajita:
Pueri PeronistaPueri peronista pueri,Uniter omnes triumphabimusEt dabimus sicut semperCorde vociferationem:Vivat Perón, Vivat Perón.Per magnum argentinensemQui perpetue lavoravitUt in populo imperetAequitas et etiam amor.Perón, Perón,Quam magnus es,Meus Dux Dux,Quantum tu vales;Perón, Perón,Magnus auriga,Et operosus primus es.Iuxta socialia principiaQua instituit Dux PerónTotus populus est iunctusEt toto corde proclamat:Vivat Perón, Vivat Perón.Per magnum argentinensemQui bene scivit seducereMaiorem populi turbamCum fortuna propugnando.Perón, Perón... Gracias
Fede Scigliano, traductor peronés y neuroperonista.