Un día como hoy pero ayer, Cristina manda un proyecto histórico al Congreso para que el estado recupere el control sobre YPF.
No es cuestión de hablar de los accionistas de Repsol, que
naturalmente defenderán su interés económico particular, luego de haberse
llenado de plata especulando y extorsionando, por supuesto que de forma
absolutamente legal, dentro del marco de las reglas de juego claras y de la
seguridad jurídica, que según ellos veníamos cumpliendo y respetando hasta
ayer, aunque no haya habido ni un día desde el 25 de mayo del 2003 en el que
dejen de decir que nuestro gobierno no respeta nada de nada porque tiene una
fobia contra todo lo bueno y es fanático de todo lo malo.
Tampoco tenemos muchas ganas de comentar la reacción del
gobierno español que es libre de pensar que haciendo declaraciones contra
nuestro país, amenazandonos con grandes pestes y enfermedades para que
modifiquemos nuestra decisión tan soberana como la suya, defiende los intereses
de los españoles a los que teóricamente representa mientras los somete a un
ajuste prolongado durante una de las mayores crisis económicas y sociales que
recuerde su historia.
Otra de las cosas que, sinceramente, tampoco queremos
comentar es la obvia y esperable reacción antinacional del diario Clarín que por
estos días parece más español que el mismo Rajoy con tal de expresar su tan
sano y consecuente compromiso infranqueable e insobornable con todo lo que
signifique o pueda llegar a significar siquiera un resabio de esperanza de que,
aunque sea alguna cosa, nos salga mal a los argentinos.
Confesamos, quizás con algo de culposa fiaca, que tampoco
queremos reflexionar sobre la editorial de hoy del diario La Nación que dice
textualmente que “No puede esperarse nada bueno del procedimiento elegido, que
amenaza con colocarnos al borde de la peor crisis bilateral con España desde
los tiempos de la colonia” confesando casi en forma literal que, para la
tribuna de doctrina, las luchas por la independencia contra los realistas fueron
simplemente una crisis bilateral, aunque la peor hasta el día de ayer, con
nuestra madre patria y por si fuera poco que el resultado de aquella gesta
histórica de nuestro pueblo hace doscientos años, hace suponer que algo tan
parecido, como la recuperación de la soberanía sobre nuestros recursos, puede
resultar igual. O sea, mal.
Menos queremos hablar de que, en un momento histórico tan
particular, entre tantas tensiones y polémicas, Graciela Borges, con sus 70
años decidiera salir a contar en una radio que “si al hombre con el que estoy
no le gusta el sexo oral, le doy un beso y me duermo”, porque la verdad que no
tiene nada que ver. Aunque un poco, nos quedamos pensando.
El que sí tenía ganas de hablar hoy, por suerte, era un judío,
marxista, joven, incauto y para colmo, adoctrinado por La Cámpora.
0 comentarios /:
Publicar un comentario