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17/10/07

Diecisiete

Un día como hoy pero de 1945 el país se divide en dos. Nosotros nos quedamos con la mejor parte.
A las 6 de la mañana, Juan Perón ingresa al Hospital Militar. A las 7, en Brasil y Paseo Colón, la policía dispersa alrededor de mil personas que se dirigían hacia la Casa de Gobierno. A las 8:30 es disuelta una manifestación en Independencia y Paseo Colón. A las 9, por Alsina, hacia el oeste, va una columna estimada en 4.000 trabajadores. A las 9:30 es dispersada una concentración reunida frente al Puente Pueyrredón de alrededor de 10.000 personas. A mitad de mañana, grupos de trabajadores reclaman frente al Hospital Militar, exigiendo ver a Perón. Las radios informan que se está generalizando la huelga, no obstante que la CGT declaró el paro para el día 18. Al mediodía, la policía vuelve a dispersar a grupos de manifestantes que se habían concentrado en Plaza de Mayo.
Por entonces, el coronel Gemetro le sugiere a Avalos: "General, si a esa gente no la para la policía, lo podemos hacer nosotros con unos pocos hombres...". "-Quédese tranquilo. No va a pasar nada", contesta Avalos. "Todo lo que la gente quiere es ver a Perón, saber que está bien. Después, se irán como vinieron". Después del mediodía, la policía modifica su actitud frente a los manifestantes.
A las 15 y 30, un grupo de sindicalistas mantiene una reunión con Perón en el Hospital Militar. En las primeras horas de la tarde, varias columnas confluyen, en Avellaneda, ante el puente. "Era una muchedumbre de 50.000 personas -dice Cipriano Reyes-... Minutos después, las pasarelas del puente comenzaron a bajar y la muchedumbre se lanzó para pasar al otro lado"."Nosotros no participamos del 17 de octubre -recuerda un dirigente gremial del Partido Comunista-. Los metalúrgicos que nosotros controlábamos trabajaron el 17 de octubre. No lo entendimos, no seguimos a la masa y nos costó muy caro".
Un periodista afirma que a las 13hs "el ministerio de marina rechaza un ofrecimiento de dirigentes comunistas para que obreros armados, de esa tendencia, enfrenten a los trabajadores peronistas".
Han pasado ya las 16 horas cuando, ante el crecimiento de la concentración popular, el presidente Farrell envía a algunas personas de su confianza para conversar con Perón y encontrar una salida a la crisis. Así, el brigadier Bartolomé de la Colina y el Gral. Pistarini conversan con Armando Antille, radical yrigoyenista que viene colaborando en las tareas de acercamiento. En un piso alto del Hospital Militar, el Pocho, en pijama, recibe información de lo que ocurre y espera el desarrollo de los acontecimientos. "Estábamos allí- recuerda Franklin Lucero- sus amigos de las buenas y malas horas...". Las llamadas desde la Casa de Gobierno se sucedían.
En determinado momento, Perón le pregunta a Franklin Lucero: “¿Hay mucha gente? Realmente, ¿hay mucha gente, che?...”
Mientras, en la plaza de Mayo, el Gral. Avalos intenta infructuosamente dirigirse a los trabajadores. La respuesta de la plaza es contundente: "¡¡¡Queremos a Perón!!!".
A la tarde estaba todo tan descontrolado que Avalos decide ir al Hospital Militar para hablar con el Pocho: "Avalos me expresó - recuerda Juan Domingo- sus deseos de que yo hablara al pueblo para calmarlo e instarlo a que se retirara de la plaza de Mayo". Decidieron hacer una reunión entre Perón y Farrell
Mientras tanto, en la Casa Rosada, Vernengo Lima presiona a Farrell para reprimir a los trabajadores que seguían copando la Plaza de Mayo. Farrell se rescata y se opone.
El diario "Crítica", aparece con grandes titulares: "Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población... En varias zonas de Buenos aires, los grupos peronianos cometieron sabotaje y desmanes".
Perón saca pecho y ahora, detenido y todo les canta la posta: "Primero, que Vernengo Lima se mande a mudar, segundo, que la Jefatura de Policía la ocupe Velazco, tercero, que lo busquen a Pantín y lo pongan al frente de las fuerzas de mar y que Lucero se haga cargo del Ministerio de Guerra. Además, hay que traer inmediatamente a Urdapilleta, que está en Salta, para que se haga cargo del ministerio del interior. Esas son mis condiciones".
Rato después, Farrell y Perón conversan en la residencia presidencial:
Farrel: -Bueno, Perón, ¿qué pasa?
Perón: -Mi General, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha...
Farrel: -Esto está listo, No va a haber problemas.
Perón: -Bueno, entonces, me voy a mi casa.
Farrel: -¡No, déjese de joder! Esa gente está exacerbada , ¡¡¡nos van a quemar la Casa de Gobierno!!!
Aproximadamente a las 23 horas, Farrell y Perón ingresan a la Casa Rosada. Minutos después, Juan Domingo Perón ingresa al balcón y se abre ante su mirada un espectáculo majestuoso mientras una ovación atronadora saluda su presencia. En la noche de Buenos Aires, una inmensa muchedumbre, que algunos estiman en trescientos mil , otros en quinientos mil y el diario "La Epoca" en un millón de personas, vibra coreando su nombre: ¡Perón! ¡Perón! Los diarios encendidos a manera de antorchas resplandecen sobre la negrura nocturna celebrando la victoria popular . Alguien alcanza una bandera hasta el balcón: es una bandera argentina que lleva atada una camisa. El coronel la toma y la hace flamear de un lado a otro, ante la algarabía popular. ¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!
Farrel intenta vanamente dirigirse a los trabajadores, pero el impresionante griterío no se lo permite. Finalmente, pronuncia unas pocas palabras para comunicar que el gobierno no será entregado a la Corte Suprema, que ha renunciado todo el gabinete, que el coronel Mercante será designado Secretario de Trabajo y Previsión y que "otra vez está junto a ustedes el hombre que por su dedicación y empeño ha sabido ganar el corazón de todos: el Coronel Perón".El coronel, profundamente conmovido, se acerca al micrófono. "¡Imagínese -recordará años después- ni sabía lo que iba a decir... Tuve que pedir que cantaran el himno para poder armar un poco las ideas". Concluido el himno nacional, el Pocho se dirige a la multitud:
"Trabajadores. Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: ¡la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino!”. Una larga ovación interrumpe el discurso. Juan Domingo comunica al pueblo que ha sido firmada su solicitud de retiro y que esa renuncia a su carrera militar la ha dispuesto "para ponerme al servicio integral del auténtico pueblo argentino.... Muchas veces me dijeron que ese pueblo por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, quiero, en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclado en esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre...". Su discurso resulta interrumpido, varias veces, por la pregunta que inquieta al pueblo: ¡¿dónde estuvo?! Pero él prefiere no contestar y finalmente le pide al pueblo: "No me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado. No quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo." Luego afirma: "...Ha llegado el momento del consejo. Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca ...Y les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria". Desde el gentío, surge la ocurrencia: ¡Mañana es San Perón! ¡Mañana es San Perón!. Finalmente, el coronel afirma: "...Al abandonar esta magnífica asamblea, háganlo con mucho cuidado... Tengan presente, que necesito un descanso que me tomaré en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar, codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso... Y ahora, para compensar los días de sufrimiento que he vivido, quiero pedirles que se queden en esta plaza, quince minutos más , para llevar en mi retina el espectáculo grandioso que ofrece el pueblo desde aquí".

Para un día peronista no hay nada mejor que otro día peronista. Entonces, ¡mañana es San Perón!

4 comentarios /:

Anónimo dijo...

La lealtad no es sólo peronista, pero leales como nosotros no existirán jamas. Y no tanto porque sigamos siendo leales a Perón, sino porque seguimos siendo leales a nuestro pueblo, el pueblo peronista.

Viva Perón!

Anónimo dijo...

"Para un día peronista no hay nada mejor que otro día peronista".

Je, decíselo a tipos como Osinde, Brito Lima y el brujo (y menos mal que se quedaron con la mejor parte)

Anónimo dijo...

...y ni hablemos del llamado "Peronismo diabólico" (Revista Barcelona dixit)

Anónimo dijo...

No hay nada que me joda más de los gorilas que no se banquen nuestros festejos, nuestras fechas, nuestros homenajes. Ni el 17 de octubre podemos festejar tranquilos? que fechas recuerdan estos tipos que se pasan la vida pendiente de las cosas que hacemos o dejamos de hacer nosotros?