“Cuando García Márquez todavía vivía en México, y a pesar de que había prometido que hasta que no se muriese Pinochet no iba a volver a escribir, negoció esa promesa y publicó El coronel no tiene quien le escriba. Mauricio debe haber comprado 5 mil y puso en exhibición montañas de ejemplares como si fueran tomates en un supermercado y a un precio de oferta irresistible. Estábamos en la parte de arriba de la librería jugando al ajedrez cuando entró García Márquez, que al ver la pila se emocionó y, entusiasmado, agarró un libro preguntando: ‘¿Quién es el dueño?’. Le dijeron. García Márquez subió, encaró a Mauricio y le preguntó: ‘¿Usted es el dueño de la librería?’. ‘Sí, Gabo.’ Mauricio no dejó de mirar el tablero. ‘Permítame autografiarle un libro porque quiero felicitarlo por la manera en que usted vende.’ Mauricio siguió sin sacar los ojos del tablero. ‘No me lo autografíe, porque no lo voy a poder vender’.”
Gracias María.
7 comentarios /:
El tiene eternos Días Peronistas, compañero.
En la gloria está. Con Evista, Dios y Perón!
vamos che, hay que hacer de ésto una revolución.
Nunca lo olvidaré en la Libreria, aconsejando libros y charlando de libros...
Un recuerdo sincero para alguien que se fue demasiado rápido, como los buenos de verdad...
Sil
Seguimos perdiendo gente valiosa y entrañable.
La nota de María fue emocionante y llena de ternura.
Alicia dese Necochea
El otro de la foto es el barrenador de tsunamis, no?
Tuve la oportunidad de conocer a Elvio en 2007.
Me tomé el bondi a unas cuadras de casa y llegué hasta el centro porque él me esperaba en su despacho de la Legislatura. Una compañera en comñún nos había contactado, porque yo tenía muchas ganas de conocer a este Conurbano desde hacía rato. Tomamos un café (invitó él, obvio) y charlamos largo y tendido.
Entre café y puchos (cuando vio que yo fumaba Parisién me soltó un "uy! convidame uno") se nos fue la hora. Al irme, me dio su tarjeta y me dijo: "Fijate si lo podés ubicar a Fulano". Fulano era un conocido de él, que no veía hacía añares, y que yo podía llegar a ubicar.
Se lo quedé debiendo.
Un abrazo.
Los que valen la pena se van demasiado pronto, como Elvio y Nicolás. Pero Massera y Videla no se mueren nunca. ¿será que el infierno es aquí?
La nota de María Moreno, en el Radar del domingo pasado, es conmovedora. La mina no sólo hace una revisión histórica de la carrera política e intelectual de Elvio Vitali: también de parte de su vida, las características personales que desenmascaran el lo mejor de una persona que dejó un fuerte legado.
Mucha sutileza de parte de la autora. Tan emocionante, como la placa que se que descubrió en su honor, para que la pista de baile de una milonga de Parque de los Patricios, lleve, por siempre, su nombre.
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